La historia de la arquitectura de España no sería la misma sin Enric Miralles y Benedetta Tagliabue. Juntos formaron una alianza inspiradora, tanto en el plano artístico como en el sentimental. El icónico matrimonio ha sido responsable de obras de gran relevancia en nuestro país y en el mundo, dejando un profundo legado que Tagliabue sigue ampliando tras la muerte de Miralles.
La pareja se conoció a comienzos de los 90. Pero no fue el primer matrimonio de Miralles, nacido en Barcelona, quien ya había estado casado con la arquitecta Carme Pinós. Esa etapa fue fundamental en su vida y ambos ganaron reconocimiento con obras tan ilustres como el Cementerio de Igualada. Tras separarse y concluir su unión profesional, el destino quiso que se topara con Tagliabue. La italiana había finalizado sus estudios en el Instituto de Arquitectura de Venecia y ya estaba dando muestras de su potencial. Surgió la chispa del amor y crearon en 1994 el emblemático estudio Miralles Tagliabue EMBT. Y comenzó la magia.
Los principales arquitectos del país miraban con fascinación los proyectos de la pareja. Miralles era considerado el enfant terrible de la arquitectura española, un joven con un futuro arrollador. Conjugó un lenguaje innovador marcado por un profundo respeto a los entornos. Por su parte, el comienzo profesional de Tagliabue se dio con Miralles, por lo que su estilo poseía una clara influencia del barcelonés.
De este modo, con el estudio EMBT realizaron obras maravillosas, como la reforma del mercado de Santa Caterina. Este proyecto, conservando buena parte de la estructura existente, buscó una representación creativa del área que homenajeara la historia del lugar. El resultado fue rompedor, con un precioso tejado ondulado repleto de color y simbolismo. Otra de las obras famosas de la pareja es la sede de Gas Natural Fenosa, una impresionante torre de 22 pisos y 86 metros de altura que destaca por sus diferentes escalas, pero respetando los pequeños edificios que conforman el barrio de La Barceloneta.
Pero, sin duda, si hay un proyecto que ha marcado la vida del matrimonio ha sido el del Parlamento Escocés. En 1998 ganaron la licitación para construir el nuevo edificio del parlamento de Edimburgo. Una oportunidad de oro. Se inspiraron en los paisajes de Escocia y en las formas de los barcos de pesca, edificando unas instalaciones vanguardistas que, al principio, generaron rechazo entre los ciudadanos, acostumbrados a una arquitectura más medieval. Tras un sinfín de problemas (llegó a costar diez veces más de lo presupuestado), el edificio soñado de Miralles y Tagliabue se inauguró en 2004.
Desafortunadamente, el arquitecto español no pudo verlo terminado, pues en el año 2000 falleció a causa de un cáncer. Tampoco logró ver finalizados el mercado de Santa Caterina ni el edificio de Gas Natural Fenosa, así como otras tantas obras que diseñó junto a su mujer, como el Campus Universitario de Vigo, el Parque de Diagonal Mar o la biblioteca pública de Palafolls.
Sin embargo, Tagliabue, quien creó la Fundación Enric Miralles, salió adelante y siguió con la labor del estudio. Con la motivación de continuar emprendiendo proyectos vibrantes, ha diseñado con EMBT el Centro Kálida Sant Pau o el pabellón español para la World Expo Shanghai 2010, entre otras obras. Además, se encuentra en proceso construcción el Museo Zhang Daqian y la estación de metro de Clichy-Montfermeil.
Desde luego, a esta arquitecta y su estudio aún les queda mucha mecha. Y ese es el mejor tributo que le puede hacer al amor de su vida.