Cruzar el mar sin desprender emisiones contaminantes se ha convertido en el gran objetivo de la industria naval. Una de las propuestas sostenibles más interesantes es el Energy Observer, el primer buque propulsado por hidrógeno. Esta embarcación ya es todo un barco trotamundos: desde que zarpó por primera vez en 2017, ha hecho 47 escalas y alcanzado 25 países.
Se trata de un buque con un sistema de propulsión tan limpio como innovador. El barco es capaz de producir su propio hidrógeno mientras navega, utilizando el agua del mar por electrólisis. También emplea energía solar y el viento. Además, el hidrógeno, que no emite gases de efecto invernadero, es el elemento químico más abundante del universo, por lo que resulta una buena alternativa a los combustibles fósiles y la explotación del medio ambiente. De hecho, libera hasta cuatro veces más energía que el carbón, tres veces más que el diésel y más del doble que el gas natural.
Pero lo cierto es que la historia del Energy Observer no empezó en 2017. Para encontrar su origen, tendremos que remontarnos a 1983. En ese año, en Canadá se construyó esta embarcación, aunque siendo concebida como un barco de carreras. Competiría bajo numerosos nombres, como Formula Tag, Tag Heuer, Enza New Zealand, Royal o SunAlliance, cosechando multitud de éxitos. Por aquel entonces, su propulsión estaba muy lejos de la autonomía energética de la que presume hoy y sus dimensiones eran inferiores.
En la actualidad, el Energy Observer ya ha recorrido 18.000 millas náuticas, en una gira mundial en la que está mostrando al mundo las enormes posibilidades del hidrógeno. Su misión se encuentra dirigida por Victorien Erussard y Jérôme Delafosse y tiene como objetivo poner a prueba su tecnología sostenible en condiciones extremas. De este modo, con cada viaje los creadores obtienen un valioso feedback de cómo se comporta el buque en determinados climas y lo mandan de vuelta a la base para optimizar los sistemas con lo aprendido.
Por tanto, el Energy Observer es mucho más que un barco: se trata de una plataforma experimental de energías del futuro en la cual se van desarrollando nuevas tecnologías, como las Oceanwings. Estas son dos alas que permiten reducir el consumo energético de la embarcación y acelerar su velocidad, a la vez que le facilita la producción de más energía e hidrógeno. Miden hasta 12 metros y disponen de una capacidad de rotación de 360 grados. Tienen su origen en un concepto patentado por VPLP Design, desarrollado en colaboración con CNIM.
Además, a este buque aún le queda mucha cuerda. Su misión está planeada a seis años, por lo que solo ha transcurrido la mitad. Ya ha hecho un tour por Francia y visitado el mar Mediterráneo y el norte de Europa. De aquí a 2022, aún tiene que pasar por la Asia nororiental, el Pacífico, la costa oeste y este de Norteamérica y Centroamérica, llegando a la cifra redonda de los 50 países. Una gira de cero emisiones.