Hay tantos lugares especiales en el mundo que la lista llegaría al suelo. Sin embargo, son pocos los sitios como Huacachina.
El oasis más grande de América se encuentra en Perú, a cinco kilómetros de la ciudad de Ica. Una laguna natural rodeada de dunas de arena que con solo mirarla llama la atención. De color esmeralda, es un suspiro de esperanza en medio de kilómetros de nada. Amarillo, verde y azul son los protagonistas en un paisaje insólito donde nos sentimos en un paraíso de película.
Su nombre proviene de la lengua nativa de mayor uso en Sudamérica, el quechua. Huáccac cachi: ‘la que llora sal’ o huáccacchine: ‘hago llorar’ son dos posibles traducciones que nos dejan una cosa clara: alguien está desconsolado. Y es que detrás de este oasis hay toda una leyenda.
La leyenda cuenta que esta laguna nace de las lágrimas de una mujer que llora la pérdida de su amado. Y es que, tras casarse con un guerrero, este se va a la guerra y muere en la batalla. Al enterarse, esta mujer, de ojos verdes como la laguna, visita el lugar donde se conocieron. Una noche de luna llena, se asustó al ver que se aproximaba un guerrero y se lanzó al agua, convirtiéndose así en sirena. En la actualidad, dicen que cada luna llena la sirena sale a llorar por su amado.
Más allá del mito, no sabemos si nos parece más impresionante el oasis en sí o todas las construcciones integradas a su alrededor. Y es que también tienen su encanto, dejando a un lado el hecho de que pueda ser incorrecto o no tocar algo tan natural como esto.
Entre las actividades que podemos hacer en este lugar, debemos destacar los paseos en buggys por las dunas, sandboard en la arena —tirarse por las vertiginosas colinas de arena en una tabla— o montar en barca dentro de la laguna.