Cuando llega el verano y el sol empieza a apretar, uno de los protagonistas de nuestra rutina diaria es el protector solar. Pero detrás de ese frasco que llevas en la mochila de la playa hay un mundo repleto de curiosidades. Aquí te dejamos algunas de ellas que quizás no conocías.
Origen del protector solar
Antes de que la ciencia cosmética desarrollara fórmulas modernas, muchas culturas usaban remedios naturales para protegerse del sol. En la Polinesia, por ejemplo, el aceite de coco era la barrera principal contra las quemaduras solares. Si bien ofrecía cierta hidratación, su eficacia real contra los rayos UV era mínima.
El FPS no funciona como muchos creen
El Factor de Protección Solar, más conocido como FPS, es uno de los elementos más destacados en cualquier envase de protector solar, pero no siempre entendemos con precisión qué implica. En términos simples, el FPS indica cuántas veces más puedes exponerte al sol sin quemarte en comparación con no usar protección. Por ejemplo, si tu piel tarda 10 minutos en enrojecerse sin aplicar protector, un FPS 30 te ofrecería, en teoría, hasta 300 minutos de protección (10 minutos x 30). Sin embargo, esta cifra es solo una estimación teórica. En la práctica, factores como el sudor, el agua, el roce con la ropa o simplemente el paso del tiempo reducen la eficacia del producto.
Es importante tener en cuenta que el FPS solo mide la protección frente a los rayos UVB, responsables de las quemaduras solares. Para una defensa completa, debemos buscar productos que ofrezcan protección de amplio espectro, es decir, que también bloqueen los rayos UVA, que penetran más profundamente en la piel y están asociados con el envejecimiento prematuro y el cáncer cutáneo.
En cuanto a los números, un FPS 15 filtra aproximadamente el 93% de los rayos UVB, el FPS 30 alcanza un 97%, y el FPS 50 llega al 98%. Como ves, no existe una protección total, y un número más alto no implica el doble de eficacia, sino un pequeño incremento en el porcentaje de rayos bloqueados.
Elegir el protector solar adecuado no solo depende del número, sino también de su textura, durabilidad, tipo de filtro y, sobre todo, de si ofrece protección completa frente a los rayos del sol. Y recuerda: más allá del FPS, la clave está en usarlo bien y reaplicarlo con regularidad.
La mayoría de personas no lo utilizan como deberían
Aunque la etiqueta dice ‘resistente al agua’, ningún protector solar es permanente. Los dermatólogos recomiendan reaplicar cada 2 horas, y después de nadar o sudar mucho. Pero muchos se aplican solo una vez al día y creen que será suficiente, encontrándose con una desagradable sorpresa al llegar a casa.
Por otro lado, pese a ser cómodo, el protector en aerosol puede aplicarse de forma irregular, dejando zonas desprotegidas. Además, parte del producto se pierde en el aire. Si lo usas, asegúrate de extenderlo bien con la mano.
Algunas cremas solares dañan los ecosistemas marinos
Varios estudios han demostrado que ciertos ingredientes presentes en los protectores solares convencionales son altamente perjudiciales para los ecosistemas acuáticos, especialmente los arrecifes de coral. Sustancias como la oxibenzona, el octinoxato o el octocrileno han sido asociadas al blanqueamiento de los corales, alteraciones hormonales en peces y moluscos, e incluso al deterioro del fitoplancton, base fundamental de la cadena alimentaria marina. El problema es tan grave que destinos como Hawái, Palau o ciertas zonas protegidas de Tailandia ya han prohibido el uso de protectores con estos componentes.
La buena noticia es que existen alternativas más respetuosas. Cada vez son más las marcas que desarrollan filtros físicos con ingredientes como el óxido de zinc o el dióxido de titanio no nano, considerados seguros tanto para la piel como para el océano. Además, productos etiquetados como “reef-safe” o “amigables con los arrecifes” ofrecen fórmulas libres de compuestos nocivos y, en muchos casos, biodegradables.
¿Protector solar en invierno? También es necesario
Aunque haga frío o esté nublado, los rayos UV siguen presentes. De hecho, la nieve refleja hasta un 80% de la radiación UV, aumentando el riesgo de quemaduras. Así que no lo olvides cuando acaba el verano.
El protector solar no solo es esencial para evitar quemaduras, sino una protección fundamental contra afecciones como el cáncer de piel. Entender cómo funciona y cómo usarlo correctamente puede marcar una gran diferencia. Así que la próxima vez que te pongas crema solar, recuerda lo que has leído hoy ¡Y no olvides reaplicar!