Si paseáramos por los alrededores del Chinyero hace unos 100 años, caminaríamos entre ríos de lava, árboles en llamas, explosiones y cenizas. Hoy, algo más de un siglo después, el volcán duerme apacible y todo aquello con lo que arrasó a su paso recupera la normalidad. Esta fue la última erupción de Tenerife, en el año 1909, y ahora podemos explorar tranquilos este paraje tan sorprendente.
Situado entre Santiago del Teide, Garachico y El Tanque, esta zona (conocida como la Dorsal de Abeque) cuenta con multitud de pistas forestales que discurren entre antiguos pinares y senderos serpenteantes, que avanzan entre la escoria y el malpaís. Estos caminos permiten llegar al volcán desde diferentes poblaciones. Desde Santiago del Teide (TF-PR 43.3); desde San José de los Llanos (PR-TF 43.1), una de las opciones más sencillas; o desde Garachico (PR-TF 43), sin duda la alternativa más exigente.
Nosotros decidimos salir desde el mirador de los Poleos, en la carretera que sube al Teide desde Chío, y hacer una variante de la ruta uniendo diferentes senderos. Gran parte del recorrido se hace por bosques de pinos canarios que nos brindan algo de sombra, algunos de ellos centenarios tras sobrevivir a aquel infierno. La parte del volcán, en cambio, un trazado circular de unos 5,7 kilómetros, está en su mayoría expuesta al sol y caminar por las coladas volcánicas en los días más calurosos puede ser una ardua labor.
Como opción, se puede subir a la Montaña de la Cruz, desde la que tendremos una panorámica espectacular de todo el área con el Teide y el Pico Viejo de fondo. Lugar idóneo para reponer fuerzas con unos bocadillos.
Hay que recordar que aunque veamos senderos, el acceso a los volcanes está totalmente prohibido y que se debe llevar un calzado adecuado, pues pese a que no es una ruta técnica, caminar sobre la negra roca basáltica puede ser peligroso para nuestros tobillos.
Una ruta que nos permitirá acercarnos un poco más a la actividad vulcanológica más reciente de la Isla y que nos sorprenderá por su potentes contrastes y por la lucha entre la vida de la verde vegetación y la destrucción de la negra lava.