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¿Quién es el dueño del cielo?

Cuando contemplamos la inmensidad del cielo, nos resulta difícil imaginar que este pueda tener algún tipo de límite. Bajo nuestra percepción, el azul del firmamento es inabarcable, se extiende hasta donde la vista alcanza y, en cierta medida, sentimos que nos pertenece a todos. Sin embargo, dejándonos de sentimentalismos, si que existe una limitación a este espacio impuesta por términos geopolíticos, legales, y sobre todo por la aviación, los espacios aéreos.

Por definición, el espacio aéreo nacional es la porción de la atmósfera que se encuentra directamente sobre el territorio y las aguas jurisdiccionales de un país. Este espacio es considerado parte integral de la soberanía nacional, al igual que el suelo o el mar territorial. Las aeronaves que deseen cruzarlo deben tener autorización expresa del Estado correspondiente. Pero, ¿hasta dónde llega ese ‘cielo soberano’? La mayoría de los países y tratados internacionales no lo especifican con precisión. Por otro lado,  la práctica y los acuerdos  lo sitúan, en la mayoría de los casos, hasta unos 20 a 22 kilómetros de altitud, donde aún se pueden operar aeronaves convencionales.  Investigando más en este campo, a partir de los 100 kilómetros de altitud, se encuentra la llamada Línea de Kármán, reconocida por la Federación Aeronáutica Internacional como el inicio del espacio exterior. A esa altura, la atmósfera terrestre se vuelve tan tenue que el vuelo aerodinámico es prácticamente imposible, y entramos al terreno de la exploración espacial. En ese ámbito, no existe soberanía nacional. En otras palabras: el espacio exterior si que nos pertenece a toda la humanidad

Los límites aéreos también pueden ser causa de conflicto. La violación del espacio aéreo nacional es considerada una infracción grave, y ha sido motivo de tensiones diplomáticas e incluso derribos de aeronaves en la historia reciente. Para coordinar el tráfico aéreo y evitar incidentes, existen acuerdos internacionales gestionados por la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), que establece rutas, protocolos de comunicación y zonas de control aéreo entre naciones. Sin embargo, la soberanía sigue siendo un tema delicado, especialmente en regiones en disputa o zonas estratégicas como el Ártico o el Mar de China Meridional.

A pesar de los avances tecnológicos, legales y diplomáticos, la pregunta sigue vigente: ¿Quién es el dueño del cielo? La respuesta no es sencilla, y cambia según diferentes criterios. Lo que está claro es que, así como se delimitan fronteras en tierra, también se trazan líneas invisibles en el aire. 

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