En la historia del rock hay muchos nombres, pero pocos han alcanzado el estatus de leyenda viviente que ostenta Ozzy Osbourne. Excéntrico, polémico y absolutamente magnético, su figura trascendió generaciones, géneros y escándalos. Lo apodaban El Príncipe de las Tinieblas, pero su huella en la música fue pura luz para millones de fans. Sin embargo, su reciente fallecimiento ha generado curiosidad entre quienes no le conocían y ha llevado a que muchas personas se pregunten: ¿quién era Ozzy Osbourne?
John Michael Osbourne nació el 3 de diciembre de 1948 en Aston, un barrio obrero de Birmingham, Inglaterra. Su infancia no fue fácil: dislexia, pobreza y varios trabajos sin rumbo marcaron sus primeros años. Pero en 1969 todo cambió cuando se unió a Tony Iommi, Geezer Butler y Bill Ward para formar una banda que pasaría a la historia: Black Sabbath.
La banda, con su sonido denso, oscuro y electrizante, fue pionera del heavy metal. Con Ozzy al frente, lanzaron clásicos inmortales como Paranoid, Iron Man y Black Sabbath, combinando riffs tenebrosos con letras cargadas de crítica social y misticismo. Sin saberlo, estaban moldeando un género desde cero.

En 1979, Ozzy fue expulsado de Black Sabbath por sus excesos con las drogas y el alcohol. Para muchos, era el fin. Para él, apenas el comienzo. Con la ayuda de su entonces mánager y futura esposa, Sharon Osbourne, lanzó su carrera solista con el álbum Blizzard of Ozz (1980), un debut explosivo que contenía himnos como Crazy Train y Mr. Crowley.
La combinación de su imagen provocadora, su particular voz y la genialidad de guitarristas como Randy Rhoads hicieron de Ozzy una estrella aún más grande. Durante los años 80 y 90, continuó publicando discos exitosos, consolidándose como un artista con identidad propia más allá de Black Sabbath.
A inicios de los 2000, Ozzy se reinventó como personaje mediático con el reality show “The Osbournes” (MTV), donde compartía su día a día con su familia. El programa mostró a un Ozzy tierno, caótico y humano, y atrajo a una nueva generación de seguidores.
A lo largo de su vida, se enfrentó s múltiples batallas: adicciones, enfermedades neurológicas (incluyendo el diagnóstico de Parkinson en 2020), caídas, cirugías y una salud frágil que lo mantuvieron lejos del escenario en los últimos años. Sin embargo, su espíritu no se apagaba. En 2022 lanzó Patient Number 9, un álbum con colaboraciones de artistas como Eric Clapton y Jeff Beck, que lo volvió a colocar en la cima de las listas.

Después de 76 años, Ozzy falleció el pasado 23 de julio dejando tras de sí un legado musical imborrable y una fortuna estimada entre 220 y 250 millones de dólares. Su herencia incluye regalías, derechos de autor, el festival Ozzfest, propiedades como su mansión en Buckinghamshire, coches clásicos y objetos personales de gran valor, como guitarras firmadas. Los principales beneficiarios son su esposa y mánager, Sharon Osbourne, y sus seis hijos: Jessica, Louis, Elliot, Aimee, Kelly y Jack.
Más allá del valor económico, su testamento incorpora una cláusula muy particular: su legado artístico no podrá venderse a terceros bajo ningún concepto. Con esta decisión, Ozzy dejó claro su deseo de que su música y todo lo relacionado con su obra permanezca siempre en manos de su familia, sin ceder el control a discográficas o grandes corporaciones. Una última muestra de su carácter rebelde, pero profundamente protector con su legado.
Una vez más, Ozzy demostró que no fue solo un músico, fue un símbolo.