Existe un lugar en el mundo donde inmensas dunas de arena colisionan con el azul infinito del océano. Un choque de titanes de la naturaleza que deja imágenes de impacto y atrae a los viajeros más atrevidos. Hablamos de Namibia, el país africano ‘gobernado’ por el impresionante desierto de Namib.
Este desierto no es solo uno de los mayores que podemos encontrar en el planeta, sino que se trata del más antiguo del mundo. No en vano, los estudios apuntan a que ya existía hace 65 millones de años, en la denominada Era Terciaria. Aunque sus dimensiones también abarcan territorios de Angola y Sudáfrica, es su desembocadura en la costa namibia la que lo convierte en un desierto especial.
A lo largo de la extensísima franja litoral de 2000 kilómetros de Namibia, el Atlántico corta de raíz la proyección de Namib. Nunca dejan de ser virales las fotografías que circulan por redes sociales de gigantescas dunas de arena que terminan abruptamente cuando tropiezan con el océano. Un entorno salvaje en el que, en algunos tramos, se puede recorrer en todoterreno la ínfima playa resultante entre la arena y el agua.
Lugares de la Tierra que no parecen reales – hilo 🧵
1. Namibia, donde el desierto se encuentra con el océano pic.twitter.com/o7ZrVCfPhH
— Capital Blindado (@CapitalBlindado) June 25, 2024
Además, la longevidad de Namib tiene otra consecuencia lógica que contribuye a la espectacularidad de estas estampas: sus dunas también son las más altas del mundo. Las podemos encontrar hasta de 300 metros de altura, equivalentes a un edificio de más de 50 pisos.
Entre ellas destaca la denominada Duna 45, en el área de Sossusvlei. No lo hace por su altura, de ‘solo’ 170 metros; más bien, son remarcables sus intensos tonos rojizos, su buena localización —próxima a una carretera local a la que debe su nombre— y las vistas panorámicas que brinda a los visitantes en la cima. Desde esta duna de tipo estrella se pueden contemplar los preciosos amaneceres y atardeceres en el desierto, convirtiéndose en un notable punto de interés de Namib.
Desde luego, otra muestra más de que, aunque el talento humano no tiene límites, la mejor artista que existe es la propia naturaleza.