El origen de la Bajada de la Virgen de Las Nieves tiene sus raíces en el siglo XVII, cuando, ante las situaciones críticas como sequías, erupciones o plagas, el pueblo palmero trasladaba la imagen de la Virgen desde su santuario hasta la capital en busca de ayuda divina. El primer descenso del que se tiene constancia data que tuvo lugar entre 1630 y 1632 a raíz de una larga sequía. Más tarde, entre los años 1646 y 1659 nuevos episodios de calamidad motivaron más traslados. Finalmente, ya en 1680, se instituyó formalmente la celebración que se festeja cada lustro.
La isla de La Palma lleva ya una década sin celebrar la emblemática Bajada, lo que convierte esta edición en una cita especialmente significativa, cargada de emoción y simbolismo tras tan prolongada espera. Cada cinco años, esta festividad se adueña de Santa Cruz de La Palma, pero la edición correspondiente al 2020 no pudo celebrarse debido a la pandemia de la Covid-19. Por esta razón, este año los lugareños están más que ansiosos por ver a su patrona circular por las calles de la capital.
La festividad se compone de un amplio programa de actos que se desarrollará del 29 de junio hasta el 9 de agosto, combinando tradición, devoción y expresión artística. El calendario incluye desde procesiones y actos litúrgicos hasta espectáculos artísticos, desfiles y danzas tradicionales que convierten cada espacio de la ciudad en un espacio lleno de jolgorio.

Entre los numerosos eventos que conforman esta gran cita, todos con un profundo significado cultural para los palmeros, hay uno que destaca por su singularidad y gran expectación; la Danza de los Enanos. Este espectáculo, que mezcla música, baile y misterio se ha convertido en uno de los símbolos por excelencia de las Fiestas Lustrales y en uno de los momentos más esperados por habitantes y visitantes.
La Bajada de la Virgen de Las Nieves no es solo una manifestación religiosa; también es un importante Bien de Interés Cultural, reconocido por su profundo valor etnográfico, simbólico e identitario que a lo largo de los años se ha mantenido como una expresión viva del alma colectiva de la isla bonita.