Coachella siempre ha sido el escenario donde se reescriben capítulos de la historia musical, y 2026 no será la excepción. El festival de Indio, California, ha confirmado a Justin Bieber como cabeza de cartel y, con ello, ha sellado un acuerdo sin precedentes: 10 millones de dólares que lo convierten en el artista mejor pagado en la historia del evento, superando el récord que Beyoncé estableció en 2018 con 8 millones.
La cifra, revelada por Rolling Stone, no solo marca un hito económico, sino también cultural. Bieber negoció directamente con la promotora Goldenvoice, sin agentes ni intermediarios, una jugada poco común en una industria donde las gestiones suelen estar blindadas por representantes. Con 31 años y tras haber cerrado su vínculo con Scooter Braun en 2023 después de 15 años de colaboración y una disputa financiera millonaria, el canadiense inaugura así una nueva etapa de independencia y control absoluto sobre su carrera.
Su regreso a Coachella será, además, su primera actuación en Estados Unidos desde la abrupta cancelación del Justice World Tour en 2022 por problemas de salud. No obstante, el festival ya conoce la energía Bieber: en 2019 sorprendió junto a Ariana Grande, en 2022 interpretó Peaches con Daniel Caesar y, en 2024, compartió escenario con Tems y WizKid.
El 2026 lo recibirá distinto. Más autónomo, más estratégico. Sus últimos lanzamientos lo demuestran: en julio llegó Swag, su primer álbum desde Justice (2021), seguido apenas dos meses después por Swag II, un proyecto monumental de 44 canciones en el que dedica temas a su familia y que ha escalado posiciones en las listas canadienses, impulsado por éxitos como Daisies y Yukon.
En redes sociales, Bieber celebró el anuncio citando una línea de Yukon, mientras Hailey Bieber acompañaba la publicación con fragmentos de la misma canción. El gesto confirma que la pareja no solo acompaña su narrativa personal, sino también la artística.
Junto a su nombre en lo más alto del cartel, Coachella 2026 también tendrá como protagonistas a Sabrina Carpenter, Karol G y Anyma, completando un line-up que mezcla pop, ritmos latinos y electrónica de vanguardia.
El acuerdo con Bieber eleva el presupuesto del festival a niveles nunca antes vistos, consolidando a Coachella como la pasarela definitiva de la música en vivo. Y si algo deja claro este movimiento, es que Justin Bieber no solo regresa al escenario: lo hace como arquitecto de su propia era.