Hello Kitty es un emblema global que todos conocen. Esa “gatita” blanca, sin boca y con un lacito ha trascendido de generación en generación. Fue creada por la marca japonesa Sanrio debutando oficialmente en monederos de vinilo. Con una estética simple y encantadora, se ganó un lugar en el corazón de millones.
Seguro que muchos de ustedes no lo sabrán, pero su nombre completo es Kitty White y, según su biografía, vive en las afueras de Londres, le gusta hornear galletas y tiene una hermana gemela llamada Mimmy. Un dato muy curioso es que ni siquiera es una gata. Así lo desveló su diseñadora, la ilustradora japonesa Yuko Shimizu, quien la define como una niña antropomórfica. En numerosas entrevistas ha explicado que para crearla se inspiró en la cultura kawaii y tomó el nombre Kitty del libro Through the Looking‑Glass de Lewis Carroll.

Su fama es tal, que incluso existen mitos y falsas leyendas recorriendo la red la red sobre Hello Kitty y su origen. Circulan rumores de que fue creada debido a un pacto con el diablo para curar a una niña con cáncer, y que no tiene boca por ese motivo. Por supuesto, se trata de teorías de terror sin base real. Como bien ha explicado Shimizu en distintas ocasiones, su rostro sin boca simboliza que “habla con el corazón” y que cada persona puede proyectar emociones en ella.
Con el paso de los años, su figura pasó de ser la de un personaje infantil a ser un ícono mundial. La podemos ver actualmente en múltiples áreas, como ropa, mochilas, agendas, tenis e, incluso, aviones. Sin duda un personaje muy polifacético. Además, se convirtió en el rostro de la estética kawaii, pero encontró también su lugar en el mundo adulto al ser un personaje tierno y dulce.
Hace un año, Hello Kitty cumplió 50 años, marcando un punto importante en la trayectoria de una figura que ha acompañado a generaciones. Su éxito no se basa en grandes cambios ni estrategias llamativas, sino en la constancia de su imagen serena, sencilla y reconocible en cualquier rincón del planeta. En medio de una cultura visual cada vez más saturada, ella permanece con la misma calma de siempre. Quizás es eso lo que la hace tan especial.