El Gran Premio de España de 2022 es historia. La Fórmula 1 volvió el pasado fin de semana al Circuit de Barcelona-Catalunya en una cita que prometía, pues las entradas ‘volaron’ al poco de salir a la venta hace unos meses.
El excelente estado de salud que goza la máxima categoría del automovilismo en la actualidad quedó de manifiesto también en nuestro país. El tirón de la Fórmula 1 gracias al lavado de cara que le ha dado Liberty Media, propietaria de la competición, y al ya célebre documental de Netflix Drive To Survive no para de atraer a más y más aficionados de todas partes del globo.
Las previsiones aseguraban que el fin de semana sería caluroso. Y lo cierto es que no fallaron. Los tres días de gran premio contaron con temperaturas superiores a los 30 grados, pero esto no socavó las ganas de F1 de las caras jóvenes que se veían en las gradas y la zona de pelouse. Un nuevo público que se enganchó a la competición durante la pandemia y que no podía esperar al regreso del aforo al Gran Premio de España, una vez eliminadas todas las restricciones sanitarias.
Eran tantas las ganas de disfrutar de un ambiente de gran premio como de ver a los pilotos españoles lucirse en casa. Tras unos entrenamientos en los que Carlos Sainz se instaló en el top cinco y Fernando Alonso invitaba a soñar con un buen resultado, los fans acudían al circuito el sábado con esperanza. Pero nada más comenzar la clasificación, las expectativas con el bicampeón del mundo se fueron al traste: un error de comunicación con su ingeniero de pista, sacándole a pista con mucho tráfico, le condenó a caer en el primer corte y salir el domingo en el puesto 17.
Sainz, por su parte, volvió a estar bastante por detrás de Charles Leclerc, conformándose con una tercera posición mientras su compañero de equipo se llevaba la pole. Segundo sería el vigente campeón, Max Verstappen.
Lo mejor, sin duda, fue la excelente respuesta del público para ser un sábado. Ya desde primera hora no paraban de ingresar espectadores al circuito para dejar una impresionante cifra final de 95.000 personas. Los cánticos y los aplausos ganaron a la decepción por el discreto papel de los españoles y las agobiantes temperaturas que azotaban Montmeló. Pero lo más interesante estaría por llegar.
El domingo, 23 de mayo, no fue un día cualquiera. Fue una jornada que nos recordó a los días de gloria donde una interminable marea azul se citaba en el circuito catalán para apoyar a un joven Fernando Alonso que luchaba por campeonatos con su Renault. Conscientes de las aglomeraciones del sábado, miles de espectadores acudieron al Circuit desde muy, muy temprano para hacerse con sitios con sombra en los árboles de la pelouse. Ellos también deseaban conseguir su particular victoria, pero contra el calor. A la hora de la carrera, el ambiente era ya espectacular y no cabía un alfiler en el trazado.
Si hace 16 años la marea de aficionados en el Circuit de Barcelona-Cataluña era azul, ahora es un poco más variopinta. El azul sigue teniendo presencia en las camisetas de los espectadores, tanto por el antiguo merchandising de Renault como por los colores de Alpine (antigua Renault), pero ahora comparte protagonismo con el rojo de Ferrari para apoyar a Carlos Sainz o el naranja de Max Verstappen. Y es que el piloto neerlandés es visto como uno más de los nuestros, contando con un apoyo enorme por parte de la hinchada española. También se congregaron muchísimos aficionados europeos que no quisieron esperar a que la F1 pasara por Gran Bretaña, Países Bajos, Francia o de nuevo por Italia.
Así daba comienzo una carrera que prometía espectáculo debido a la alta degradación de las gomas por las temperaturas. Una vez más, Alonso competía contra el mundo y trataría de tirar de épica para lograr la enésima remontada. Mientras, Sainz necesitaría una arrancada de libro para rebasar a Verstappen y quedarse a la estela de Leclerc.
Cuando los semáforos se apagaron, solo una de las partes parecía seguir el guion. Alonso, en una primera vuelta de las suyas y aprovechando un incidente entre Lewis Hamilton y Kevin Magnussen, conseguía cinco posiciones, pero Sainz quedaba relegado a la quinta plaza. Luego llegaría uno de los momentos que más euforia causó en las gradas: el precioso adelantamiento del asturiano al Aston Martin de Sebastian Vettel. Bicampeón contra tetracampeón.
Unas vueltas después, Sainz cometería un error en la cuarta curva a causa de una ráfaga de viento. Acabó directamente en la grava y, al reincorporarse, se vio fuera de la zona de puntos. Luego, Max Verstappen seguiría el mismo camino y quedaría relegado a la cuarta posición.
A continuación llegaban, probablemente, las vueltas más vibrantes del gran premio. Mientras Leclerc ampliaba su ventaja, el Mercedes de George Russell marchaba en segunda posición y debía defenderse con uñas y dientes del Red Bull de Sergio Pérez, con mucho más ritmo. El británico sacó los codos y no dio opción al mexicano, quien se vio obligado a dejar pasar a su compañero de equipo, Verstappen. ‘Mad Max’, con problemas intermitentes en su DRS, intentaría lograr lo que Checo no pudo, pero Russell continuaba siendo un muro infranqueable.
Finalmente, después de que Verstappen hiciera su parada, Pérez volvía detrás del Mercedes y conseguiría adelantarle, lo que fue celebrado con júbilo por la hinchada. Lo hizo poco después de que Leclerc tuviera que abandonar por un problema en su motor, provocando que la lucha con Russell fuera ya directamente por el liderato de la carrera. Por detrás, Alonso lograría varias posiciones haciendo un undercut al adelantar su parada, mientras Sainz continuaba recuperando el terreno perdido.
Después del baile de paradas, la situación de carrera dejaba también a Verstappen por delante de Russell, por lo que ambos Red Bull comandaban la tabla. Pero no en el orden que deseaba la escudería, que sabía que si el holandés estuviera por delante del mexicano se haría con el liderato en el campeonato. Por segunda vez, imperaron las órdenes de equipo y Checo debía ceder su posición.
No habría más cambios en los puestos de honor, mientras Sainz hacía valer el gran ritmo de su Ferrari para alcanzar la cuarta plaza y Alonso consumaba su remontada entrando en la zona de los puntos en novena posición (pese a un tercer pit stop muy lento). Además, Sainz adelantó en los últimos instantes a un Hamilton con problemas, que venía haciendo una actuación espectacular tras remontar desde la última posición por el toque con Magnussen. Eso sí, sin la salida de pista en la primera parte de carrera, el español habría estado luchando por la victoria.
Y así acababa un interesante Gran Premio de España en el que vimos jugadas de ajedrez en los pits, adelantamientos, muchos errores y toda una fiesta en las gradas. Una cita que quedará en el recuerdo como el año en el que el Circuit de Barcelona-Catalunya retrocedió en el tiempo para rozar su récord histórico de asistencia de 2007, cuando Alonso ingresó en McLaren tras proclamarse bicampeón la temporada anterior. En esa ocasión, fueron al Circuit unos 140.000 espectadores, si bien el aforo era un poco más grande que ahora. Este finde, 121.667 personas se congregaron en Montmeló para disfrutar de la carrera, sumando un total de 277.836 aficionados desde el jueves. Datos desorbitados que garantizan que la fiebre por la F1 va para largo. Al menos en España.
Pero el show debe continuar y ahora el Gran Circo dirige su camino hacia Mónaco, donde este fin de semana se celebrará el gran premio más glamuroso del calendario. Se convertirá en un nuevo y apasionante capítulo en la batalla entre Leclerc y Verstappen, separados solo por seis puntos en la clasificación general. ¿Volverá a ganar uno de los dos o habrá sorpresas?