Frank Shepard Fairey tiene talento e iniciativa de sobra. También es famoso por generar controversia. Pero, ¿qué artista contemporáneo no?
Nació en una ciudad muy conservadora de Carolina del Sur, llena de “niñatos malcriados”, donde al joven Shepard le costaba encajar. “No era feliz y no entendía porqué, hasta que descubrí el skate y el punk rock. Era inconformista e iba en contra de las modas, así que estas aficiones me dieron la libertad creativa que nunca había tenido”.
Mientras estudiaba en la Escuela de Diseño de Rhode Island, empezó a encontrar su sitio en el mundo y fue en esta época cuando comenzó a diseñar pegatinas y pósteres de André the Giant, que luego pegaba en las calles de Nueva York por la noche. En 1995, creó su eslogan Obey (Obedece), para incitar a la gente a cuestionarse su modo de pensar, consumir y vivir.
En el año 2003, fundó la agencia de diseño Studio Number One con su mujer Amanda. Más tarde, en 2005 y 2007, nacieron sus hijas y Shepard admite que convertirse en padre le llevó a pensar con más detenimiento que el mundo en el que crecerían iba a depender de los resultados de las siguientes elecciones presidenciales. Entre Bush y Obama, tenía claro quién debía ganar.
ESPERANZA
El retrato en rojo, blanco y azul, que hizo Shepard del carismático político, tuvo tanto éxito que el equipo de Obama se puso en contacto con él para poder usarla en su campaña.
“Siempre me ha gustado la palabra esperanza. Sin ella, la gente no actúa y, con Bush, muchas personas perdieron la esperanza. Obama era inspirador. A Bush le movía el miedo. Es más fácil gobernar a un pueblo con miedo, pero la esperanza saca lo mejor de las personas”.
Aunque admite haberse sentido decepcionado y traicionado por algunas de las acciones de Obama (como los ataques con drones y el aumento del espionaje nacional), evita hablar de Trump.
“Pronunciar su nombre es más de lo que merece. Puedo mencionar sus problemas: cambio climático, racismo, sexismo y xenofobia. Pero prefiero atraer a la gente sin que me relacionen con la política partidista. Solo debemos plantearnos en qué lado de la historia queremos estar. Yo apuesto por cuidar mejor el planeta y a los demás. Es muy sencillo”.
Este activista comprometido también es conocido por hablar de la crisis climática sin pelos en la lengua. Su espectacular globo 3D, suspendido en la Torre Eiffel durante la Conferencia de París sobre el Cambio Climático en 2015, fue una primicia mundial.
MOMENTOS DUROS
Irónicamente, al mejor momento de su carrera le siguió una de sus peores etapas: una batalla legal por los derechos de autor de la foto en la que se basaba el póster. “Pasé de tener mi propia exposición en un museo, la inauguración y mi póster original de Obama en la National Portrait Gallery, a que me arrestaran en Boston… Fue muy duro para mí”.
“Me han arrestado 18 veces y he tenido que pasar un tiempo en la cárcel. Deliberadamente, me negaron durante días la insulina que necesito por tener diabetes tipo 1”, cuenta el artista. Este es uno de los motivos por los que cuestiona la autoridad constantemente: “He visto con mis propios ojos cómo se abusa de ella”.
ETERNO Y EFÍMERO
Fairey es uno de los artistas callejeros más famosos e influyentes del mundo contemporáneo. Sus obras se exponen en prestigiosos museos de todo el mundo, como el Smithsonian (Washington, D.C.), el MoMA (Nueva York) y el Victoria and Albert Museum (Londres). También pueden verse en las calles de numerosas ciudades, aunque nunca se sabe por cuánto tiempo, ya que sus murales suelen desaparecer. “Llevo 30 años dedicado al arte callejero. Muchas de mis obras no duran mucho”, comenta.
En el documental de 2017, Obey Giant, habla largo y tendido sobre su trayectoria. “Defender algo requiere valor. Estamos en la Tierra por tiempo limitado y no voy a desperdiciar ni un segundo”.