Una semana tiene siete días y un día tiene 24 horas. Estas son afirmaciones en las que todos coincidimos. Asimismo, podemos estar de acuerdo en que vivimos en el año 2025, sin que nadie cuestione este dato. Sin embargo, ¿qué pasaría si te dijéramos que hay un lugar en el que nada es así? Se trata de un lugar en el que estas afirmaciones son falsas. Ese lugar es Etiopía.
En este país, los ciudadanos aún viven en 2017. La razón de este desfase temporal se remonta al nacimiento de Jesús, ya que el calendario etíope lo sitúa ocho años después de lo que establece nuestro calendario. Por tanto, para ellos, el calendario comienza en lo que nosotros consideramos el año 8 d.C.
Además, esta no es la única particularidad de Etiopía. El calendario de este país se llama Ge’es y proviene De la Iglesia Ortodoxa Etíope. Se diferencia del calendario gregoriano, es decir, el que todos conocemos porque cuenta con un mes más. Por lo tanto, en Etiopía los años son de 13 meses, de los cuales los primeros 12 tienen 30 días y luego añaden un mes adicional llamado Pagume que tan solo dura unos 5 o 6 días. Este mes adicional compensa los días sobrantes de los meses del calendario gregoriano que tienen más de 30 días. Por ejemplo, si enero tiene 31 días en el calendario gregoriano, el día sobrante se añade a Pagume.
Estos elementos no solo impactan la percepción del tiempo, sino también la celebración de festividades. Un claro ejemplo es que, para los etíopes, el Año Nuevo se celebra el 11 de septiembre, según el calendario gregoriano. Además, el inicio de los cursos escolares sigue un ciclo totalmente distinto.
Como te puedes imaginar, este situación puede suponer problemas en un mundo tan globalizado como el que vivimos. Es por ello por lo que, pese a mantener su calendario internamente, Etiopía se adapta a las normativas internacionales en los aspectos relacionados con el comercio, la diplomacia o las relaciones internacionales.