Tras ocho años en silencio, uno de los hoteles más emblemáticos del mundo vuelve a brillar en el corazón de Manhattan. El Waldorf Astoria New York, sinónimo de glamour, política y cultura durante más de un siglo, ha reabierto sus puertas con una imagen renovada que combina la esencia de su pasado con el lujo contemporáneo.
El edificio de Park Avenue bajó la persiana en 2017, tras ser adquirido por la aseguradora china Anbang. Lo que parecía una remodelación rutinaria se convirtió en un ambicioso proyecto que, con cambios de propietario incluidos, costó miles de millones de dólares y se prolongó hasta hoy. La magnitud de la obra requería paciencia: se trataba de devolver la grandeza a un icono sin despojarlo de su alma Art Decó.
Una transformación monumental
La firma de arquitectura Skidmore, Owings & Merrill y el diseñador de interiores Pierre-Yves Rochon fueron los encargados de guiar la metamorfosis. El resultado es un hotel con menos habitaciones, 375 frente a las más de 1.400 de antaño, pero con un estándar de exclusividad mucho mayor. En paralelo, el edificio alberga ahora 372 residencias privadas cuyo precio parte de los 1,8 millones de dólares.
El trabajo de restauración ha devuelto a la vida joyas históricas como el legendario Peacock Alley, el Gran Salón de Baile, el reloj de 1893 y hasta el piano Steinway de Cole Porter, testigo de innumerables noches de música y cócteles.
Gastronomía para una nueva era
El renacer del Waldorf Astoria no se limita a sus habitaciones. La experiencia culinaria también ha sido replanteada con la apertura de tres restaurantes que marcan tendencia:
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Lex Yard, la nueva brasserie estadounidense dirigida por el chef Michael Anthony, que rinde homenaje a clásicos como la ensalada Waldorf.
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Yoshoku, un espacio dedicado a la alta cocina japonesa.
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Y un renovado Peacock Alley, convertido en lounge-bar para cualquier momento del día.
El regreso de un símbolo
El hotel, que a lo largo de su historia acogió a figuras como Marilyn Monroe, Frank Sinatra o varios presidentes estadounidenses, recupera así su lugar como escenario privilegiado de la vida social, política y cultural de la ciudad.
El Waldorf Astoria New York no es solo un hotel que renace: es un testimonio vivo de cómo la tradición y la modernidad pueden dialogar en un mismo espacio. Con esta reapertura, Manhattan recupera uno de sus templos del lujo, y el mundo vuelve a tener acceso a una leyenda que, tras ocho años dormida, se levanta de nuevo con todo su esplendor.