A poco más de diez kilómetros de la costa oriental de Gran Bretaña se encuentra un fuerte de la Segunda Guerra Mundial de poco más de 500 metros cuadrados que en 1967 se autoproclamó un principado soberano. Con el nombre Sealand, podemos decir que se trata de la nación más pequeña del mundo.
El origen de esta micronación no apuntaba a que esta se convirtiera en un estado. Para entenderlo, debemos remontarnos a la Segunda Guerra Mundial, cuando el gobierno británico construyó numerosas islas fortaleza en el mar del Norte con el fin de defender sus costas de la invasión alemana. Estas se ubicaban a lo largo de la costa este de Inglaterra, en muchos casos en aguas internacionales.
Entre todos los fuertes construidos, el que nos concierne es la famosa Roughs Tower. Esta se construyó a siete millas náuticas de la costa británica, traspasando las tres millas que por aquel entonces se consideraban aguas territoriales inglesas. Aunque en tiempos de guerra esta ilegalidad fue pasada por alto, al finalizar el conflicto este fuerte, al igual que muchos otros, quedaron en una especie de vacío legal.
En la mayoría de los casos, Reino Unido retiró al personal de estas construcciones y las abandonó o demolió, pero no fue eso lo que ocurrió en Sealand. Al quedarse erguida como un territorio extranacional se convirtió en tierra de nadie, este fue el principio de su destino.
De ‘tierra de nadie’ a microestado

Sealand fue fundada en los años 60 por Roy Bates, un comandante del ejercito británico que decidió asentarse allí para eludir las restricciones de radiodifusión de la época. En aquel momento solo estaban permitidas las emisiones formales de la BBC y Bates, que contaba con su propia emisora ‘Radio Essex’, fue perseguido por considerarse dueño de una radio pirata.
Ante esta situación y aconsejado por sus abogados, se le ocurrió la idea de retransmitir desde Roughs Tower, por tratarse de de un territorio que estaba fuera de la jurisdicción del Reino Unido.
Roy ocupó Roughs Tower la víspera de la Navidad de 1966 y, reclamando el derecho de gentes sobre un espacio que era tierra de nadie lo proclamó Estado independiente.
El 2 de septiembre de 1967, acompañado por su esposa Joan en el día de su cumpleaños, su hijo Michael, su hija Penelope y varios amigos y seguidores, Bates declaró el Principado de Sealand. La creación de este país estuvo marcada por el izado de una bandera de nuevo diseño, y como regalo de cumpleaños extremadamente romántico, la concesión de un nuevo título a su querida esposa, que sería conocida a partir de ese momento como «Princesa Joan».
Lucha por la soberanía

Al llegar a oídos de las autoridades británicas, no tardaron en tomar cartas en el asunto. Fuerzas militares inglesas fueron enviadas expulsar al príncipe Bates y destruir la fortaleza. Sin embargo, tras varios intentos fallidos, se retiraron.
El príncipe Michael conservaba la nacionalidad británica, por lo que a su regreso a Gran Bretaña fue acusado de varios delitos y citado ante un tribunal inglés. El resultado de este juicio fue un rotundo éxito para la reivindicación de la soberanía de Sealand.
En su sentencia del 25 de noviembre de 1968, el tribunal se declaró no competente en el caso de Roy y Michael de Sealand, ya que no podía ejercer jurisdicción alguna fuera del territorio del Reino Unido. Este fue el primer reconocimiento de facto del Principado de Sealand. La ley británica había sentenciado que Sealand no formaba parte del Reino Unido y que no era reclamado por ninguna otra nación, por lo que la declaración del príncipe Roy de un nuevo estado fue confirmada de facto.
Desde entonces, el principado de Sealand fue creciendo poco a poco, implementando su propio himno, sus sellos, monedas acuñadas en su territorio y hasta pasaportes.
Segunda ronda de conflictos

En 1987 Gran Bretaña amplió sus aguas territoriales pasando de tres millas náuticas a doce, pero esto no influyo al Principado de Sealand ya que su príncipe había declarado anteriormente la extensión de sus aguas territoriales para que el derecho de paso desde mar abierto no se viera bloqueado por las aguas reclamadas por los británicos.
Gran Bretaña y Sealand no han llegado a firmar ningún acuerdo para dividir las áreas superpuestas, pero cabe suponer que existe una política general de reparto del área a la mitad entre los dos países.
La actualidad de Sealand

Hoy en día, este microestado sigue una filosofía basada en la libertad, la autodeterminación y la aventura y ofrece a los ciudadanos de todo el mundo la posibilidad de instalarse en su territorio si comparte estas creencias.
A través de la iniciativas del Título Noble de Sealand, no solo consiguen que personas se unan a su comunidad, sino que también perpetúan el mantenimiento y la regeneración del principado.