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©Wolfgang Volz

Christo: “Una obra de arte es un grito de libertad”

Cuando el mundo internacional del arte se enteró del fallecimiento de Christo Javacheff a los 84 años en mayo de 2020, se notó más tristeza de la que se puede esperar tras la muerte de una leyenda en su campo: el artista estaba trabajando en el que probablemente era su proyecto más ambicioso.

Christo, uno de los grandes personajes del mundo del arte, era un hombre amable, tranquilo y brillante con una curiosidad insaciable. La política se convirtió en una de las principales fuentes de inspiración de su arte. Algo inevitable, pues sus primeros años de formación tuvieron lugar durante el realismo socialista soviético y, además, tuvo que huir de su país como refugiado político.

Encontró su lugar y a su pareja

Tras estudiar en la Academia de Bellas Artes de la capital búlgara, Christo trabajó en Praga hasta que estalló la Revolución húngara de 1956. Primero, huyó a Viena y, luego, pasó una corta temporada en Suiza antes de mudarse a París, donde empezó a exponer sus obras. De hecho, fue un retrato lo que le llevó a conocer a la persona con la que compartiría su vida y su pasión por el arte.

Nacieron el mismo día del mismo año, él en Bulgaria y ella en Marruecos. Parecía que la relación de Christo y Jeanne-Claude de Guillebon estaba escrita en las estrellas. Con motivo del encargo de pintar a la madre de ella, se conocieron en 1958. Se casaron un año después y forjaron uno de los lazos personales y profesionales más fuertes que se puedan imaginar.

En 1964, la pareja se mudó a la ciudad que se convertiría en su residencia permanente: Nueva York. Allí, su arte se consideraba Arte Povera, un movimiento artístico italiano que experimentaba con materiales cotidianos para desafiar el elitismo artístico más convencional.

Su estilo era único en todos los sentidos. Su trabajo y el enfoque basado en sus valores no tenía precedentes, al igual que su rechazo a la obtención de financiación o patrocinadores, ya que estaban decididos a financiarse cada paso del proceso con la venta de sus obras. Su postura firme ante la infraestructura política y económica del mercado artístico mundial fue y sigue siendo un ejemplo para los artistas que trabajan (por decisión propia o no) fuera del sistema, prueba de que el éxito mundial todavía es posible.

La forma del entorno y expansión del mundo del arte

Como escultores ambientales, Christo y Jeanne-Claude fueron famosos por sus a veces controvertidas obras temporales en el exterior, que a menudo tardaban años en realizar por discusiones políticas, permisos, etc. De hecho, los artistas consideraban que el proceso en sí formaba parte integral de las obras y solían publicar documentación, como informes del impacto ambiental, dibujos y diagramas, como parte de las mismas.

Desde las esculturas con latas en sus primeros tiempos hasta la envoltura del Reichstag, la trayectoria de Christo siempre fue ambiciosa. Entre sus obras más famosas, se encuentran Iron Curtain—Wall of Oil Drums (1962, París); Valley Curtain (1972, Rifle Gap, Colorado), Running Fence (1976, California) y Surrounded Islands (1983, Florida). En 1985, envolvieron el famoso Pont Neuf de París por completo con tela beige. Diez años más tarde, usaron tejido plateado para hacer lo mismo con el Reichstag de Berlín. En 1991, se colocaron 1340 sombrillas azules gigantes en el valle del río Sato (Japón) y 1760 sombrillas amarillas gigantes en el puerto del Tejón (California). Las imágenes se quedan grabadas en la mente para siempre y no dejan a nadie indiferente.

Otra obra memorable fue el espectáculo visual The Gates, un camino de 37 km con 7500 puertas decoradas con tela naranja, que en 2005 atrajo a más de cuatro millones de visitantes a Central Park. En 2009, falleció Jeanne-Claude dejando a Christo decidido a llevar a cabo los proyectos que planearon juntos, entre otros, Big Air Package (2013); Floating Piers (2016), la impresionante pasarela dorada que conectaba dos islas en Italia; y The London Mastaba (2018), el espectacular montón multicolor de barriles flotantes.

Aunque su trabajo, como el de cualquier otro artista, deja espacio para la interpretación personal y muchos han visto en la envoltura de sus monumentos una reflexión sobre el clima político, los artistas declararon públicamente que su objetivo era tan solo crear alegría y ofrecer nuevas formas de ver lo conocido.

Este año, con retraso debido a la pandemia, otras personas terminarán lo que Christo empezó: envolver todo el Arco del Triunfo de París, una idea que se gestó en 1962.

Tal y como dijo en más de una ocasión: «La belleza, la ciencia y el arte siempre triunfarán».

 

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