Cuando la nieve cubre los paisajes invernales, la mayoría de las personas la ven como un escenario para esquiar, hacer muñecos o simplemente admirar su blancura inmaculada. Pero Simon Beck, un artista británico con formación en ingeniería, la convierte en su lienzo. Con un par de raquetas de nieve y una precisión matemática casi sobrehumana, Beck recorre extensiones heladas para crear dibujos gigantescos que solo pueden apreciarse en su totalidad desde las alturas.

Lo que comenzó como una simple distracción en 2004, tras un día de esquí en los Alpes franceses, se transformó en una obsesión artística. Beck empezó a experimentar con patrones geométricos en la nieve, inspirándose en fractales, mandalas y formas matemáticas. Desde entonces, ha realizado cientos de obras efímeras en distintas partes del mundo, desde Canadá hasta Noruega, cada una con un nivel de detalle que desafía la lógica y la paciencia. Sus creaciones pueden tardar hasta 12 horas en completarse, y en algunos casos camina más de 30 kilómetros solo para que su diseño cobre vida, con la única certeza de que en cuestión de días o incluso horas, el viento o una nevada borrarán por completo su trabajo.
El proceso es meticuloso y comienza con un boceto previo en papel, donde planifica cada ángulo y proporción. Luego, valiéndose de una brújula y contando cuidadosamente sus pasos, Beck traslada la idea al terreno, caminando repetidamente sobre la nieve virgen para marcar las líneas y sombras que componen la imagen final. Sus obras van desde estrellas de múltiples puntas hasta complejas representaciones de estructuras matemáticas, todo con una precisión casi imposible de lograr sin más herramientas que sus pies y su instinto. El arte en la nieve tiene un desafío particular: Beck no puede permitirse errores, ya que cada huella que deja es irreversible. Por esta razón, la planificación previa es crucial y debe seguirse con absoluta precisión.

Más allá del esfuerzo físico, el arte de Simon Beck encierra un mensaje sobre la fugacidad de la belleza y el impacto humano en el paisaje. Sus obras, aunque monumentales, están destinadas a desaparecer, recordándonos que el arte no siempre tiene que ser permanente para ser significativo. Además, su trabajo busca generar conciencia sobre el cambio climático y la reducción de la capa de nieve en las montañas, un problema que amenaza la existencia de este tipo de paisajes. Con cada paso que da sobre la nieve, Beck no solo crea arte, sino que también nos invita a ver el mundo con otros ojos, a encontrar armonía en lo efímero y a apreciar la naturaleza como un espacio de expresión sin límites.