Oculta, escondida en uno de los innumerables barrancos de la isla de Gran Canaria, se encuentra una maravilla moldeada por el agua: las Tobas de Colores. Al verla, nos evoca al Antelope Canyon, donde las caprichosas formas y tonalidades de las paredes son un asombro para nuestros sentidos.
A escasos kilómetros del pueblo de Agüimes encontramos este paraje muy similar, aunque a pequeña escala. Se halla en el barranco de Barafonso (mal conocido como barranco de las Vacas, por culpa de Google), al que se puede acceder fácilmente por la carretera GC-550 o caminando por el antiguo camino real que unía Temisas y Agüimes.
El tramo en cuestión no es muy largo, apenas unos 40 o 50 metros, pero es alucinante. El agua, con el paso de los siglos, ha ido horadando y esculpiendo la toba y creando singulares formaciones, con estructuras redondeadas y donde los diferentes sustratos le otorgan distintos colores.
A diferencia de su hermano mayor de Arizona, estas vetas de colores en las paredes de un pequeño tramo del barranco, que se han puesto tan de moda en las redes sociales, tienen su origen en los volcanes. La toba volcánica se formó hace mucho tiempo por el depósito de cenizas y otros materiales durante las erupciones. Al endurecerse estos sedimentos en el fondo de un barranco, la corriente del agua, a lo largo del tiempo, creó este lugar tan singular y extraordinario.