El mirador de Aguaide es uno de esos lugares recónditos en la isla de Tenerife que nos deja con la boca abierta. Su increíble vista panorámica fascina a todo el que se acerca, pero impresiona más aún el espectacular enclave en el que está ubicado, generado (eso sí) algo de vértigo…
Un morro en la roca, esculpido por la erosión y que con el tiempo ha formado un caprichoso balcón natural, corona, a casi 600 metros de altitud, un escarpado acantilado en la costa norte de Anaga, en su extremo más occidental.
La inmensidad del Océano y el gran arco del horizonte brilla con una luz especial durante el atardecer, siendo un lugar único para disfrutar de una maravillosa puesta de sol. A la derecha, las infranqueables y abruptas dorsales de Anaga, separadas por sus característicos barrancos y castigadas por la fuerza del mar en esta zona. A la izquierda, el pueblo pesquero de Punta del Hidalgo, el Roque de dos Hermanos y la isla de La Palma.
También podemos observar lo que queda del volcán de Las Rozas, que es el más joven de Anaga con unos 100 mil años. Su lava cubrió los antiguos acantilados adentrándose en el mar un kilómetro, formando así, la plataforma de Punta del Hidalgo.
El acceso es muy sencillo desde Chinamada, con un recorrido de unos 700 metros de camino casi llano. Pero la cosa se complica, un poco más, si subimos desde Punta del Hidalgo, por el sendero que asciende por la ladera del barranco del Río y en el que tendremos que caminar unos cinco kilómetros y ganar unos 500 metros para llegar hasta este impresionante balcón natural. ¿Te animas?