Un pueblo fantasma como sacado del lejano Oeste en Montana, una ciudad completamente destruida por las bombas de la Guerra Civil en Aragón, un viejo y desamparado faro en Dinamarca, un poblado de buscadores de diamantes abandonado en Namibia que ha sido pasto de la arena del desierto o un cementerio de trenes en el Salar de Uyuni en Bolivia.
Estos son varios de los mejores lugares abandonados para hacer turismo que nos propone en una de sus últimas entradas la empresa de visitas guiadas, Civitatis. Pero entre todos estos mágicos lugares, se cuela uno que está en Tenerife, más concretamente en el municipio de Los Realejos, el antiguo elevador de agua de la Gordejuela.
Este edificio en ruinas, que resiste a duras penas en la ladera de un acantilado expuesto ante las inclemencias, se convirtió hace años en un concurrido destino gracias a las fotos y los vídeos colgados en las redes sociales. Aunque muchos curiosos acudían por lo que veían en Instagram y en Facebook, su historia es sin duda una buena excusa para visitarlo.
Con una obra faraónica y un presupuesto desorbitado para sus tiempos, esta edificación de principios del siglo XX tuvo el primer motor de vapor de todo Tenerife. Su labor, difícil en la teoría y más compleja aún en la práctica, era la de transportar el agua que nace en la Gordejuela hasta los campos de cultivo de los entonces Realejo de Arriba y Realejo de Abajo, salvando un desnivel positivo de casi 300 metros. Todo un desafío para la época.
Pero pocas décadas después, debido a los avances tecnológicos, esta edificación quedaba obsoleta produciéndose el posterior abandono. Con el tiempo el tejado y los pisos de desplomaron y poco a poco fue ganando ese estado ruinoso que a día de hoy le ha otorgado esa curiosa distinción de ser uno de los lugares abandonados más bonitos del mundo.