En pleno Santa Cruz se haya casi oculto a la mirada de los transeúntes un oasis lleno de vida, el Palmetum. Más de 3.000 especies de diferentes plantas traídas de todo el mundo, pueblan ahora lo que antiguamente fue el vertedero de la ciudad. Una montaña de basura que llegó hasta los 40 metros de altura y que finalmente cerraría en 1983.
Pero no fue hasta mediados de los años 90 cuando el proyecto se forjó en realidad. Un jardín botánico especializado en palmeras, con unas 600 especies en la actualidad, y con una amplia muestra de vegetación de todo el planeta, especialmente de algunas de las más recónditas islas.
Después de 18 años de trabajo, el parque abriría sus puertas al público en 2014, aumentando desde entonces su número de visitantes año tras año. En 2019, el jardín recibió más de 60.000 visitas, sin embargo y pese a su cercanía, tan sólo el 15% de los asistentes fueron residentes canarios. “La mayoría de visitantes que vienen son del extranjero o de la península”, nos comenta sorprendido uno de los jardineros mientras nos muestra la exuberante vegetación del ‘octógono’.
Gracias al clima oceánico de Santa Cruz se pueden plantar innumerables especies, y podemos encontrar árboles de todo tipo. Desde el imponente Baobab africano hasta los mangles tropicales del lago principal o los tupidos bosques de altísimos pinos como los que pueblan la isla de Nueva Caledonia.
El ecosistema que se ha formado es de tal magnitud que se pueden observar en el parque más de 50 especies de aves, de las que incluso una quincena nidifica en este increíble paraje. Ninguna ha sido introducida. Incluso las migratorias, que llegan desde los fríos paramos de las áreas árticas, lo eligen para hacer su parada. Pequeñas ranitas, lagartos, libélulas y mariposas monarca completan el elenco de la fauna.
A futuro y sin fecha fijada aún, está previsto que se inaugure un Museo de la Palmera en un parque que comprende una de las mayores colecciones del mundo de esta especie. Sin duda, todo un ejemplo a seguir de como reconvertir un espacio muy poco sostenible en un auténtico refugio natural dentro de la ciudad.