Corrían los años 70 cuando Westworld, de Michael Crichton, nos trasladó a un parque temático del Viejo Oeste habitado por androides. Fue allí donde se introdujo la primera imagen procesada digitalmente de la historia del cine. A través del procesamiento de imagen se pixelaron varias escenas para que el espectador se metiera en la piel de los androides y viera a través de sus ojos. Aquellas imágenes pixeladas marcaron el inicio de una revolución tecnológica en el cine.

Pero para entender los efectos especiales, primero hay que rendir homenaje a la magia artesanal. Georges Méliès ya jugaba con disolvencias, trucos ópticos y escenografías pintadas para crear ilusiones visuales en pleno siglo XIX. A esto le siguieron innovaciones como los escenarios pintados de El mago de Oz, la técnica de stop-motion utilizada para dar vida a King Kong o la ingeniería detrás del tiburón mecánico de Spielberg. Estos primeros hitos fueron la antesala a todo lo que se avecinaba con la llegada de los efectos digitales.
En Futureworld, la secuela de Westworld, se introdujo la primera imagen generada por ordenador. Se trataba tan solo de una mano, pero supuso un hito en la historia de los efectos especiales digitales. Star Wars fue otra de las películas que marcó un antes y un después. Cuando su director George Lucas se dio cuenta que no había ninguna empresa capaz de ejecutar sus ideas fundó Industrial Light & Magic (ILM) y las hizo realidad. Desde entonces, ILM ha sido responsable de los efectos de sagas como Indiana Jones, Harry Potter o Regreso al futuro.

Con la llegada de 1993 y el estreno de Parque Jurásico tuvo lugar la culminación de las imágenes generadas por ordenador (CGI). Steven Spielberg pretendía retomar las técnicas utilizadas en Tiburón y recurrir al stop-motion, pero ILM le propuso diseñar los dinosaurios en digital. Finamente, se combinaron todas las opciones integrando modelos 3D con unas figuras robóticas de los dinosaurios conocidas como modelos animatrónicos.
Con el nuevo milenio llegó también el mocap, que es la captura de los movimientos de un actor a través de sensores para trasladarlos a un personaje digital. La primera película en utilizar esta fórmula fue El Señor de los Anillos: Las Dos Torres en 2002, donde se logró que el actor Andy Serkis diera vida a Gollum con una expresividad sin precedentes. Luego, Avatar elevó el listón al combinar mocap, CGI y animación para crear Pandora y a los Na’vi; y Gravity supuso otro hito al contar con un 80% de sus escenas espaciales generadas por ordenador, lo que suponía una inmersión prácticamente total.
Sin duda, la historia de los efectos especiales es tan extensa como fascinante. Lo que nació como magia artesanal hoy nos transporta a universos imposibles y nos hace sentir parte de la historia. Cineastas y técnicos se reinventan sin cesar, deslumbrando y emocionando a partes iguales. Y mientras la tecnología avanza, la gran pregunta sigue en el aire: ¿cuál será la próxima sorpresa que nos dejará sin aliento?


