La influencia de Halloween en la cultura contemporánea es enorme. Incluso cuando el calendario se encuentra lejos de esta fecha, tenemos muy presentes sus icónicas calabazas, los muertos vivientes, las telarañas y otros fantasmagóricos elementos. Por ello, resulta muy interesante comprobar cómo ha evolucionado esta festividad y la manera en la que el cine ha contribuido a darle forma.
Y es que, aunque normalmente asociamos Halloween con Estados Unidos, y así nos lo refuerza el aluvión de películas y series de esta temática que consumimos en octubre, su origen no tiene nada que ver. Esta celebración surge a partir del antiguo ritual celta de Samhain, que marcaba el final del verano y el comienzo de la mitad oscura del año. Los celtas creían que en esa noche los espíritus de los muertos podían regresar al mundo de los vivos, por lo que se disfrazaban con pieles y cabezas de animales para confundirlos o apaciguarlos. Como ves, ni rastro de calabazas.
No sería hasta el siglo XIX cuando la fiesta de Halloween se popularizaría en Estados Unidos y Canadá. El motivo fue la llegada de muchos inmigrantes irlandeses y escoceses que llevaron consigo sus costumbres y leyendas. De este modo, se incorporaron elementos como las calabazas talladas con rostros, los dulces y el truco o trato.
Así, a finales del siglo XX el cine estadounidense difundió la imagen de Halloween como una noche de terror, diversión y fantasía. Películas como Halloween, de John Carpenter, e incluso series como Los Simpsons, han contribuido a crear un imaginario colectivo sobre esta fiesta, lleno de referencias a monstruos, brujas, vampiros, zombis y otros personajes típicos del género de horror.
Lo mismo ocurre con obras audiovisuales que también consideramos películas de culto sobre Halloween, como El retorno de las brujas, de Kenny Ortega, que ha inspirado enormemente la manera en la que nos disfrazamos de brujos y brujas en estas fechas. También con Pesadilla antes de Navidad, de Henry Selick, la producción de animación más reconocible sobre esta temática, realizando una combinación fantástica de Halloween y Navidad. No en vano, la influencia de esta película en cómo celebramos esta festividad es enorme. No solo impulsó el uso de calabazas decorativas fuera de Estados Unidos, sino que muchos de los maquillajes para disfrazarnos hoy de esqueletos se inspiran en sus personajes.
Gracias a los medios de comunicación y a la globalización, no hay duda de que Halloween se ha extendido por todo el mundo, adoptando rasgos propios de cada cultura. En España, por ejemplo, se ha mezclado con las tradiciones del Día de los Difuntos o el Día de Todos los Santos, celebrados el 1 y el 2 de noviembre respectivamente. Así, muchas personas aprovechan para visitar los cementerios, comer huesos de santo o buñuelos y participar en procesiones o representaciones teatrales relacionadas con la muerte.
Desde luego, la influencia del cine en Halloween y el hecho de vivir en un mundo sumamente interconectado marcan en demasía la manera en la que disfrutamos de esta festividad. En cualquier caso, la diversión está asegurada cada 31 de octubre, siempre y cuando los muertos vivientes no llamen a nuestra puerta…