Con el OA Beach Club del Europe Villa Cortés con imposibles listas de espera, el reputado chef valenciano Vicente Rioja, cuya paella valenciana tiene fama internacional (Correos acaba de lanzar un sello con ella), demostró ante 100 comensales, en absoluto directo y en colaboración con el chef del hotel, Diego Schattenhofer, la grandeza de su paella, que su familia viene elaborando en Benissanó (Valencia) desde 1924.
No pudimos perdernos una ocasión tan especial y quedamos maravillados con el arte de Vicente el pasado finde. Antes de lanzarnos a probar la mejor paella del mundo, Diego Schattenhofer, nos abrió boca con un Pulpo grillado con parmentier de papas y vinagreta de vinagre macho y unos Calamares con alioli negro de su tinta.
Para hacer la paella valenciana perfecta, Vicente nos explicó que lo primero “es atemperar las carnes (el pollo campero de 3,5 kg y el conejo) durante una hora”. “Para empezar, se echa un poco de sal en la paella para que el aceite no salte. A continuación el AOVE y, una vez caliente, el pollo para sellar. Un poco más tarde, el conejo. Sofreímos hasta dorar. Una vez con buen color, tiramos la bajoqueta (judía verde y plana valenciana, aunque también se pueda usar una judía verde normal) con las puntas cortadas y deshilada. A continuación, los garrofons (habas valencianas)”, continúo.
Para proseguir, es necesario añadir el pimentón “una vez bien mezclado(que no sea ahumado) y añadir rápidamente el tomate”. Luego es el momento de caramelizar las carnes y tirar el agua. “Tiramos entonces el azafrán, el arroz (100 g por persona, tipo sènia o albufera), los corazones de las alcachofas y cocinamos 10 minutos a fuego máximo. Seguimos con cuatro minutos a fuego medio, tres minutos a fuego mínimo, dos minutos más para el socarrat (con 30 segundos más a fuego máximo obtendremos más socarrat), la apartamos del fuego y la dejamos respirar, sin cubrir, durante siete minutos para que se conjunten todos los sabores. ¡Y voilà!”, concluyó el chef con orgullo.
La paella resultante fue todo un homenaje a Valencia, con un sabor exquisito aderezado con el cariño y el talento de Vicente. Como colofón, acompañamos toda la comida con un vino que resultó ser un descubrimiento espectacular: Tagalguén, procedente de la Isla Bonita. Vicente, ¡no tardes en volver a Tenerife!