Aunque ya han pasado meses, parece que fue ayer cuando la naturaleza impuso sus designios en la isla de La Palma. La erupción del volcán de Cumbre Vieja cambió la vida a muchos palmeros y palmeras en un acontecimiento que sobrecogió nuestros corazones.
Pero las lágrimas de fuego que azotaron a la Isla Bonita han dejado paso a la esperanza y la incertidumbre ha sido sustituida por las ganas de construir el futuro. Porque La Palma ya solo mira hacia adelante y la recuperación ya está en marcha. La tempestad ha sido dura en la Isla, pero no hay volcán que socave la inquebrantable resiliencia de quienes ahora, cuando se miran al espejo, observan que ya han quedado atrás esas caras de preocupación y agonía.
Hoy, los rostros de la ciudadanía palmera reflejan confianza e ilusión, pues, aunque no será fácil, saben que todo solo puede ir a mejor. Y lo cierto es que la Isla Bonita no emprende este nuevo camino sola. Lo hace, y siempre lo hará, de la mano de sus siete hermanas. Ocho islas unidas contra viento, marea y volcanes que forjan la identidad canaria y que nos recuerdan que siempre lucharemos con coraje por nuestra tierra.