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© Álvaro Alonso

Teno, el rincón más recóndito de Tenerife

Hablar de Teno es hablar de uno de los puntos más inaccesibles de toda la Isla. En su extremo noroccidental, una orografía llena de profundos y escarpados barrancos; acantilados de más de 500 metros, que descienden vertiginosos hacia el mar, e imponentes y antiguas montañas mantienen casi intacto este enclave. Es por ello, el territorio que mejor ha conservado sus tradiciones y que aún guarda una atmósfera rural muy difícil de encontrar en Tenerife.

Caseríos como Teno Alto, Los Carrizales, o Masca se encuentran totalmente aislados de las principales poblaciones de la zona. Las sinuosas y estrechas carreteras, que dan acceso a estas aldeas, son relativamente modernas. Hasta 1972, un sendero era lo único que unía Teno Alto con El Palmar, lo que ha mantenido inalterada su esencia. Burros, mulos y caballos eran entonces los únicos que podían transportar la carga hasta el núcleo más cercano.

En muchas poblaciones, las actividades agrícolas y ganaderas logran que se viva como antaño, prácticamente del autoconsumo. Su producción de miel, vino o de sus afamados quesos de cabra (premiados en distintos certámenes) siguen elaborándose con las costumbres más primitivas. Muestra de ello son sus aisladas queserías, a las que se accede por angostos caminos de cemento. Ubicadas en Los Bailaderos, podremos degustar en ellas sus manjares y viajar de golpe al pasado.

Los barrancos más profundos de toda la Isla se encuentran en este macizo, como es el caso de Masca. Un caserío construido entre imponentes paredes de roca y que constituye una de las mejores muestras de la arquitectura tradicional canaria, pues hasta hace unas décadas no llegaba ninguna carretera. Tan recóndito es este rincón, que fue incluso un escondite para los piratas.

Lo mismo sucede con la Punta de Teno, el lugar más occidental de toda la isla. Hasta que en los años 60 no se abriera el túnel y la carretera, la única forma de acceder era por el peligroso Camino del Risco, lo que lo convertía en una ubicación prácticamente inalcanzable. Tanto es así, que para la construcción del antiguo faro a finales del siglo XIX (aún en pie junto al nuevo), tuvieron que traer las piedras en barco desde una cantera en la Gomera.

Debido a su difícil acceso durante siglos, alberga también una de las mejores representaciones de tabaibas y cardones, tanto por su número como por su envergadura. Y es que este territorio es un auténtico santuario para muchas especies amenazadas que cada vez se quedan con menos espacios naturales, como las águilas pescadoras, los lagartos moteados o los cuervos.

Y es que dicen que estas aves son un excelente indicador para determinar la calidad de un ecosistema, por ello no es de extrañar que, las últimas parejas que habitan en Tenerife, elijan el rincón más escondido de toda la Isla.

 

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