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Miquel Barceló

Este mallorquín (Felanitx, 1957) es uno de los artistas españoles más reconocidos dentro y fuera de nuestras fronteras. Barceló ha plasmado su talento tanto en grandes telas y murales como en esculturas de terracota y cerámica. Sus obras, impregnadas del arte mediterráneo y de corrientes culturales de diversas procedencias, pueden verse en los principales museos del mundo.

Los referentes de la pintura de Miquel Barceló hay que encontrarlos en el art brut (arte creado fuera de los límites de la cultura oficial), la pintura barroca, el expresionismo abstracto norteamericano, el arte povera italiano (realizado con materiales humildes) o las obras de Joan Miró y Antoni Tàpies. Influencias que él ha sintetizado en un estilo próximo a la corriente neoexpresionista. Pero el germen de su interés por el arte procede de su madre, pintora del paisaje mallorquín. Seguramente por eso, su primera etapa tenía un fuerte trasfondo mediterráneo.

Fue durante un viaje a París en 1974 cuando descubrió todas esas influencias que decidieron su destino. Ese mismo año comenzó a asistir a clases de dibujo y modelado en la Escuela de Artes Decorativas de Palma de Mallorca y, poco después, ingresó en la Escuela de Bellas Artes Sant Jordi de Barcelona. Pero, en realidad, su formación ha sido prácticamente autodidacta.

Formó parte del grupo Taller Llunàtic, con el que realizó su primera exposición en Barcelona, en 1977. Pero fueron sus participaciones en la Bienal de Sâo Paulo (1981) y en la Documenta de Kassel VII (1982) las que lo proyectaron internacionalmente. Los principales museos y galerías del mundo comenzaron a reclamarlo y sus cuadros alcanzaron una elevada cotización, algo insólito en un artista tan joven. Los galardones no tardaron en llegar: en 1986 obtuvo el Premio Nacional de Artes Plásticas; en 2003, el Premio Príncipe de Asturias de las Artes, y, en 2007, el Premio Sorolla de la Hispanic Society of America de Nueva York. En 2012 fue nombrado Doctor Honoris Causa por la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona y en 2017 por la Universidad de Salamanca.

En el año 2002 realizó una ilustración de La Divina Comedia de Dante que, dos años más tarde, expuso en el Louvre de París, convirtiéndose en el primer artista contemporáneo vivo que exponía en el museo. En 2007 inauguró un retablo cerámico en la catedral de Palma de Mallorca y al año siguiente presentó la decoración que realizó para la cúpula de la Sala XX del Palacio de las Naciones Unidas de Ginebra, bautizada como “Sala de los Derechos Humanos y de la Alianza de Civilizaciones”. En ella, el artista dio forma a miles de estalactitas marinas que en su conjunto evocan un gran mar universal.

Más allá del trasfondo mediterráneo, la pintura de Miquel Barceló incorpora numerosos referentes culturales, entre los que cabe destacar el paisaje y la forma de vida africanos, una etapa que inició a partir de su estancia en Mali, donde se instala en 1988. En los últimos años, ha evolucionado hacia referentes más intelectuales y abstractos.

Su obra se ha expuesto en los museos de arte contemporáneo más importantes del mundo, como el MoMA de Nueva York, el Centre Pompidou de París, el Guggenheim de Bilbao, el Marugame Hirai de Japón, el Reina Sofía de Madrid, el Patio Herreriano de Valladolid, el CAPC de Burdeos, el Carré d’Art de Nimes, el de Arte Contemporáneo de Caracas y el de Bellas Artes de Boston, entre otros.

 

 

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