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Más cerca que nunca de la moda responsable

Incendios forestales, aumento del nivel del mar, inundaciones, acidificación de los océanos y derretimiento del Ártico. Múltiples informes establecen la crisis climática como la definitoria de nuestro tiempo. Ante esto, se ha puesto el foco sobre acciones individuales para contribuir a la erradicación de este fenómeno: reciclar, controlar el consumo del agua del grifo o el aumento del uso del transporte público. Sin embargo, el 21 % de las emisiones se le atribuye a la industria y, en su sector, la industria de la moda se ha convertido en la segunda más contaminante.

Los Manolos de Carrie Bradshaw, las compras diarias de marcas de lujo y la idea de llenar un vestidor de una misma prenda en diferentes colores. La era del estilo de vida de sobreconsumo y el modelo basado en “comprar, usar y tirar” que nos enseñó Sexo en Nueva York requiere, por el bien del planeta, ser sustituido por el “menos es más”.

Según un informe de la Organización de las Naciones Unidas, la producción de ropa y calzado produce el 8 % de los gases de efecto invernadero y es responsable del 20 % del desperdicio total de agua a nivel global. La producción de unos vaqueros implica 7 500 litros de agua y el sector del vestido usa 93 000 millones de metros cúbicos de la misma cada año, cuya cantidad es suficiente para que sobrevivan 5 millones de personas.

“La moda está por encima de todo cuando sabe escuchar y observar el mundo que le rodea”. Augustin Bougro es periodista en Vogue París y asegura que el futuro de la moda radica en su compromiso con el planeta. De este modo, múltiples diseñadores y profesionales de la industria se han adaptado a la denominada slow fashion. Durable, único y artesanal. El objetivo de este fenómeno es darle un uso extendido a una prenda, mediante una invitación a que empresas y firmas de moda incorporen modelos de trabajo más lentos y sostenibles.

“Muchas marcas reconocidas, como Chanel, se han embarcado en el ‘Fashion Pact’. Se trata de un gran proyecto que permite a las marcas involucrarse en una moda más sostenible y medioambientalmente más consciente”, explica Bougro. No obstante, más allá de las fibras de bambú y una etiqueta con la palabra “sostenible”, los cambios que deben desempeñar las empresas son más complejos. Para ello, es imprescindible poner el foco sobre la cadena de suministros, los procesos de producción y la vida futura del producto.

De esta manera, como resultado se obtiene la moda sostenible. Según Green Strategy, empresa consultora en temas de sostenibilidad para la industria textil, la moda sostenible es la ropa, el calzado y los accesorios que se fabrican, comercializan y utilizan de la manera más ecológica posible, teniendo en cuenta los aspectos ambientales y socioeconómicos. A su vez, aseguran que, en la práctica, esto implica un trabajo continuo para mejorar todas las etapas del ciclo de vida del producto: desde el diseño, la producción de materias primas, la fabricación, el transporte, el almacenamiento, la comercialización y la venta final, hasta el uso, la reutilización, la reparación, el rehacer y el reciclaje del producto y componentes. Pero, aunque esta iniciativa sea la ideal, aún no se ha llevado a la práctica. Por ello, es fundamental que cada individuo intente encontrar sus formas de moda más responsable.

Vicente Gallart, periodista de Vogue España, sentencia que “el consumo de moda debería ser parecido al que realizamos para comer: por necesidad y no guiados por deseos insaciables que llevan a acumular sin sentido prendas y accesorios en los armarios”. Comprar menos, limitar atuendos por día e invertir en piezas que duren más son solo algunas de las iniciativas que se pueden llevar a cabo individualmente para contribuir al cuidado del planeta. En la misma línea, el periodista francés apuesta por la moda vintage como el gran paso para el cambio: “Lo vintage es, precisamente, una llamada a la sociedad para consumir menos o consumir más sosteniblemente. Se trata de pensar en el planeta, sin dejar de ser trendy”.

Por otra parte, la Global Fashion Agenda, principal foro de liderazgo para la colaboración de la industria en la sostenibilidad de la moda, propone utilizar las secuelas de la crisis actual del Covid-19 para reconstruir un sistema de moda más responsable. La cancelación de la Semana de la Moda de París, prevista para este mes, ha supuesto un parón en el ritmo acelerado de la industria y, como se suele decir, “no hay mal que por bien no venga”. El profesional de la comunicación de Vogue Francia opina que “al presentarse de manera online muchas de esas colecciones, supondrá un gran comienzo a un nuevo cambio”.

La vuelta a la moda rápida, los descuentos y las compras impulsivas pueden haber vuelto con el final del confinamiento. Pero puede que surja, sin embargo, una desescalada paralela en la forma de consumir de cada uno de nosotros. Es así como, no solo el consumo local podría salir ganando, sino nuestro ecosistema, creando un vínculo entre ética y estética.

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