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@Joann Pai

La escapada sibarita de este otoño

Royal Champagne Hotel & Spa, en el corazón de la región vinícola más famosa del mundo, es un remanso de paz en la que fuera villa de Dom Pierre Pérignon, el abad benedcitino que descubrió el champagne.

Cualquier rincón de la región de Champagne es una invitación a enamorarse. Y mucho más si es en otoño. Amalgama de bellos paisajes, escenario de momentos fascinantes de la historia francesa y con millones de burbujas por los kilómetros de bodegas excavadas en el subsuelo. Un exquisito viaje solo apto para los más sibaritas.

El champagne es considerado el rey de los vinos. Sinónimo de celebración, bienestar y placer, que curiosamente fue descubierto por el abad benedictino Dom Pierre Pérignon. En medio de los viñedos, que bordean las colinas de Epernay y las históricas villas de Champillon y Hautvillers (esta última donde vivía el abad), hace poco más de dos años abrió sus puertas el Royal Champagne Hotel & Spa, un espectacular hotel que abraza la exuberante recompensa de las bodegas y los alrededores, declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

© Joann Pai

Reimaginando un retiro en la región del vino por excelencia, el arquitecto francés Giovanni Pace diseñó la propiedad con el estilo de un anfiteatro, incorporando la Casa de Correos original del siglo XIX, donde se dice que el rey Carlos X de Francia se detuvo antes de dirigirse a Reims para su coronación.

El objetivo de Page al diseñarlo era buscar el equilibrio a través de una intersección armónica de líneas. Las piedras de cuarzo de las canteras cercanas crean opacidad, mientras que enormes ventanales brindan transparencia a las 47 amplias habitaciones y suites. Todas con increíbles vistas del valle de Marne.

@Joann Pai

La decoración del hotel cambia con las estaciones, al igual que los menús del restaurante gastronómico y bistró, ambos supervisados por el chef Jean-Denis Rieubland. Siempre con producto local y de temporada, que podrás maridar con alguna de sus más de 250 referencias de champagne.

¿Quién dijo que el otoño tenía que ser aburrido?

 

 

 

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