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La cocina impecable de Rafa y Mateo en ‘su Embarcadero’

Que la gastronomía de Las Palmas de Gran Canaria lleva tiempo jugando en ligas superiores ya lo sabemos. En los últimos años han abierto nuevas propuestas, a cada cual más interesantes, que pronto se han hecho un hueco en las agendas de los más disfrutones. También existen establecimientos que no solo se consolidan tras una larga trayectoria, sino que mejoran con los años, y es el caso del Embarcadero.
Rafa Bueno, allá por 2006, abrió las puertas de este restaurante junto al maître John Vriethoff, situado en la marina de Las Palmas justo encima de un embarcadero, con vistas al puerto deportivo. Un lugar que, ya solo por su localización, merece la visita para el disfrute. Tras la llegada en 2020 de Matteo Pierazzoli (que en los últimos 5 años trabajó mano a mano con Nacho Manzano en todos sus restaurantes), Embarcadero suma, a su impecable manejo de las brasas, la creatividad de Matteo y la apuesta por una cocina de vanguardia, con el producto de cercanía como protagonista. Una experiencia que ahora te contamos, pero que no debes tardar mucho en disfrutar.
Sentados prácticamente acariciando los barcos, comenzamos con los aperitivos: Alga codium tempurizada, Crujiente de tapioca con crema agria y huevas de salmón, Buñuelo de almogrotey un sorprendente ‘Gajo’ con gelatina cítrica, ideal para limpiar boca y prepararnos para el festín que estaba por llegar.
Empezamos el menú, que es un absoluto recorrido por prácticamente toda la isla de Gran Canaria, poniendo en valor el productazo local del que gozan las Islas, con una gamba y aguacate de Mogán al que le acompañaba una ‘sopa’ de almendras de Tejeda. Si los ingredientes por separado son un espectáculo, en conjunto, una maravilla.
Le siguieron unas Navajas a la brasa, que denotan el manejo absoluto de pescados y mariscos a la brasa, con espuma de perejil. Un manjar.
Continuamos con otro platazo, uno de esos ’trampantojos’, Huevo, chantarellas en dos texturas, salteadas y crudas, y pil pil de merluza. ¡Wow! Para mojar pan, y nunca mejor dicho.
Si el menú ya estaba siendo una sorpresa, aún nos encontrábamos a mitad del camino. Chipirón con piparras y caldo de cebolla, otro espectáculo.
Otro de los puntos fuertes de Embarcadero son los pescados y llegó el turno de la merluza, un plato impecable. De los que se quedan para el recuerdo, de los que no te importaría repetir una y otra vez.
Y si pensábamos que en Embarcadero la cosa solo iba de mar, pues la sorpresa llegó con la carne y uno de los productos más top de la tierra, el cordero. Perfecto.
Para finalizar, una Espuma de tuno. Fresca, suave, el perfecto final.
Por si fuera poco, y aunque no lo crean, aun teníamos hueco para unas dulce sorpresa final: Macarrón de algas, Golosina de mango y maracuyá y Chocolate y mandarina.
La carta no es la misma todos los días, depende del producto y de la creatividad con la que se ‘levanten’ los cocineros, pero de lo que estamos seguros es de que cualquiera que sean sus opciones, el trato al producto local es impecable.
Acompañamos todo el almuerzo con un Agala 1318 de Gran Canaria, que maridó perfectamente con todo el menú.
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