Tenerife de noche es mucho más que bares de copas o estrellas en el Teide. La madrugada nos trae un mundo mágico por descubrir en los bosques que pueblan la isla. La vista deja de jugar un papel primordial y otros sentidos entran en juego. Los sonidos recobran al máximo su importancia. El silbido del viento sobre las ramas de un árbol, el crujir de la tierra y las hojas bajo nuestros pies o el murmullo de una lechuza nos harán sentir una experiencia totalmente diferente al descubrir el mundo en la oscuridad.
Con la luna llena, los ojos se adaptarán a la tenue luz y al pasear con las linternas apagadas, se puede llegar a distinguir el entorno e interpretar las distintas formas que nos rodean. Si por el contrario la caminata se hace con luna nueva, la oscuridad total se apodera del ambiente y se tendrá una vivencia mucho más intensa.
Lo mejor para emprender este tipo de aventuras es no hacerlo en solitario. Es conveniente ir acompañado, por si surgiera cualquier tipo de imprevisto. También es más que recomendable haber reconocido previamente el lugar. Hay que tratar de no adentrarse en lugares desconocidos durante la noche. La tenebrosidad lo cambia todo y las cosas se ven muy diferentes, siendo mucho más fácil desorientarse o incluso perderse.
Por supuesto, además de los enseres básicos que hay que portar en cualquier tipo de caminata, como el agua y la comida, algo de abrigo o un buen calzado, es imprescindible llevar frontales y linternas. Este material debe llevarse bien cargado para no quedarse tirado a mitad de camino. Es totalmente aconsejable llevar alguna de más para no pasar un mal trago si hay fallos.
Apagar todos los focos, quedarse totalmente quieto y mantener el más absoluto silencio, hará sentir la verdadera magia de la noche en medio de la naturaleza. Una práctica casi mística a la que, en estos tiempos que corren de prisas, tráfico y gentío, no estamos para nada acostumbrados y nos brindará una experiencia única.