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Edward Hopper: Melancolía sobre lienzo

El escritor inglés Geoff Dier comentó en una ocasión que Edward Hopper fue el fotógrafo más importante del siglo XX, a pesar de que nunca sacara fotos. Quizás sea esto lo que más define el trabajo del pintor estadounidense, ya que su obra se nos presenta ante los ojos como algo real, cercano, incluso familiar… ¿Puedes sentirlo? 

Hopper nació en 1882, en Nyack (Nueva York), y desde muy pequeño ya se percibía su carácter solitario y sus dotes para el dibujo, algo que sus padres intentaron fomentar. Por lo que tras graduarse en la Nyack High School, en 1900, le ayudaron a iniciar el curso de Arte por correspondencia de la School of Illustrating de Nueva York. Ese mismo año, ingresó en la New York School of Art, donde tuvo profesores como William Merrit Chase o Robert Henri. Pero en 1902, un nuevo docente, Robert Henri, sería el que causará una especial influencia en su obra. 

Tras finalizar los estudios, consiguió un empleo en C. Philips & Company, a media jornada, como ilustrador publicitario. Pero su visión artística se amplió notablemente en el año 1906, cuando viajó por primera vez a Europa. Allí pasó mucho tiempo en París, donde se nutrió de las obras de Camille Pissarro, Auguste Renoir y Alfred Sisley, entre otros, y se acercó, definitivamente al hermoso inconformismo de los impresionistas. Sus próximos viajes le llevaron por Londres, Berlín, Ámsterdam, Bruselas y, también, por España. 

En 1924, Hopper se casó con la pintora Josephine Verstille Nivison, quien posó en varias ocasiones para él . Ese año, estuvo de enhorabuena, pues también realizó su primera exposición individual en la galería de Frank K. M. Rehn, donde se vendieron las 16 acuarelas presentadas. A partir de ahí, la gente se fue interesando por su trabajo y consiguió ingresos suficientes como para dejar el empleo que tenía como ilustrador y dedicarse en cuerpo y alma a lo que verdaderamente le apasionaba. En esta etapa fue cuando pintó uno de sus cuadros más icónicos, House by the Railroad, que en un futuro serviría de inspiración para crear la mansión de la película Psicosis de Alfred Hitchcock. 

Tras el misterioso retrato de aquella casa victoriana, situada en un pueblecito de Nueva York, llegarían otros como Nighthawks, que hacía patente la soledad de la vida nocturna en la gran ciudad o Hotel Room, en el que, de nuevo, la melancolía y un cierto aire de tristeza se apoderaron del lienzo con una mujer sentada en la cama como protagonista. 

Lo cierto, es que la soledad de los personajes, especialmente de las mujeres, se convertirían en uno de sus temas favoritos por excelencia. Asimismo, Nueva Inglaterra y el estilo arquitectónico victoriano, sería otra de sus grandes pasiones. Se desbancó de las tendencias artísticas de su época y creó la suya propia, que fue descrita, en diversas ocasiones, como realismo americano. 

Aunque Edward Hopper falleció en 1967, su visión voyerista nos ha permitido ser partícipes de historias secretas y de escenas íntimas mucho más propias de una obra cinematográfica que de una pintura. Porque solo muere, quien se olvida…

 

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