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Javier Moro: El maratoniano del vino

Bajo la sombra de las viñas centenarias y entre el susurro de barricas que guardan siglos de tradición vinícola, nos sumergimos en la apasionante historia de Javier Moro, un hombre cuyas raíces se entrelazan con las vides que dan vida a los renombrados vinos de Emilio Moro. El lunes pasado, tuvimos el privilegio de adentrarnos en el corazón de esta historia, entrevistando al recién nombrado presidente de Bodegas Emilio Moro, un auténtico artífice del legado vinícola que fluye por sus venas.

 

En esta conversación nos sumergimos en la esencia misma de la pasión por el vino, no solo como un caldo, sino como un testimonio tangible del amor por la tierra y el respeto por las raíces. A través de nuestras preguntas, desentrañamos no solo la maestría técnica de Javier, sino también el alma que infunde a cada cosecha, un legado que va más allá de lo que se puede catar en una copa.

Javier lleva consigo una herencia de 35 años como Director Comercial, un recorrido que lo ha catapultado a ser el máximo responsable de esta icónica bodega desde el 2022, un nombramiento que fue “todo un honor”. Fue así como comenzamos esta entrevista, con una pregunta difícil de responder para alguien como Javier, pero aclaratoria para todo aquel que no le conozca: Quién es Javier Moro.

 

 

 

Hablando sobre el proyecto más reciente, nos lleva al pintoresco paisaje del Bierzo, donde han dado vida a un vino blanco que rompe esquemas. El proyecto, nacido en 2016, es una oda a la creatividad y la búsqueda de expresión enológica. Javier comparte su visión de un vino blanco que no solo mira a la gastronomía, sino que redefine el concepto mismo de blancos, añadiendo peso, guarda en botella y matices que uno podría asociar comúnmente con vinos tintos. En sus propias palabras, es un “paso más en el mundo del blanco”, una evolución que ha cobrado fuerza en España en la última década.

El viaje hacia el  vino blanco del Bierzo comienza cuando la familia Moro desembarca entre los parajes de Ponferrada y Molina Seca. Allí, con una visión audaz y una pasión desbordante, se embarcan en la misión de crear un vino blanco que rompa moldes y marque un hito en la tradición vinícola familiar. La historia toma forma en 2016, cuando el primer vino blanco ve la luz. Antes de este lanzamiento, el equipo Moro se sumergió en una profunda reflexión sobre cómo materializar su visión única de un vino blanco distintivo.

 

 

El Bierzo se traduce en tres obras maestras: La Rebelía, un vino joven y sencillo; Zarzal, el equilibrio perfecto entre juventud y madurez; y El Polvorete, una expresión mítica.

 

 

 

Javier Moro nos contó también un nuevo capitulo que le hace especial ilusión: ElAlba de Emilio Moro. Este vino rosado, nacido del deseo personal de Javier, combina las variedades Tempranillo y Albillo, ofreciendo una experiencia única con seis meses de barrica en roble francés. Es un vino divertido, con solo 12 grados y medio, que nos transporta al amanecer entre las viñas, impregnado de elegancia, alegría y notas florales.

Estamos entusiasmados de estar en el mejor tiempo y en el mejor sitio a la hora de producir lo que nosotros queremos

Javier nos guía por la colección, destacando la importancia de cada vino. Desde el joven Finca Resalzo hasta el emblemático Emilio Moro y el legendario Malleolus, donde cada botella cuenta una historia que se remonta a generaciones anteriores. Malleolus, que significa “majuelo” en latín, es un homenaje a los viñedos que han sido llamados así por su familia durante décadas. Malleolus de Valderamiro, a punto de cumplir un siglo el próximo año, representa la esencia de la tradición transmitida de generación en generación.

La familia Moro, en su afán por innovar, se erigió como pionera al introducir el concepto de vino joven con seis meses de barrica, algo inaudito en aquel entonces. El primer crianza que produjeron cosechó un premio regional, marcando el inicio de una serie de éxitos que consolidarían a Emilio Moro como una bodega de renombre internacional.

El espíritu exportador de Emilio Moro late fuerte, como lo destaca Javier. Con más de 70 países en su lista de destinos, desde Canadá hasta Argentina y Asia, la bodega ha trascendido fronteras. Aunque ahora ostenta el título de presidente, Javier se considera, ante todo, un vendedor. Ha cruzado el charco cuatro veces en este año, “compartiendo cenas y comidas para forjar la presencia de la marca en el mundo”.

Entre sus viajes pudimos disfrutar de una visita de Javier Moro a Tenerife donde, tanto la prensa como los profesionales de la hostelería, pudimos descubrir todo sobre esta gran bodega de la mano de Toño Armas y El Gusto Por el Vino, su gran aliado en Canarias.

La narrativa de Javier se entrelaza con su faceta deportiva, revelando una veta competitiva y disciplinada. Nos confiesa que correr le “limpiaba espiritualmente”. Y es que con un sentido de responsabilidad hacia su bienestar físico y mental, Javier adoptó el “running” como una forma de equilibrar su vida ajetreada.

La perseverancia en el deporte, nos confiesa, se ha convertido en una fuerza impulsora para mantenerse centrado y mentalmente fuerte en su constante peregrinaje por el mundo, compartiendo la esencia de Emilio Moro en cada rincón del planeta.

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